Una de chamanes y curanderos…

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Llevo días imaginando a mi fisioterapeuta como una sacerdotisa vudú empeñada en dejarme como un colador con sus agujas (técnica de la punción seca). Primero busca el punto donde más duele, dibuja y marca cuidadosamente cada punto doloroso encima de mi piel y ahí donde más duele, clava una aguja que luego mete y saca unas cuantas veces. Mientras me retuerzo en una espiral de espasmos y dolor, pienso… ¿esto no se le hacía al muñeco?

Y en esas estaba cuando me ha llegado una receta de un médico homeópata. No tengo absolutamente nada en contra de la homeopatía pero igual que con el arbol del té, veo demasiadas cosas raras al cabo del tiempo. A quien más quien menos, a la mayoría de mis compañeros, nos suena la nux vomica, el natrum muriaticum… Hoy tocaba kimiya rubí, en gotas. No me sonaba de nada así que tenía que mirar que era y encargarlo. ¡Sorpresa! Es un elixir espargírico (sí; a mi también me suena a «vellocino de oro«) a base de Agua, Alcohol y cenizas de otros elementos… ¿en serio? Curioseo más y resulta que hay más que el de Rubí; está el de Perla, de Diamante, el de zafiro, de esmeralda… Me cuesta muuuucho creerme que las propiedades de tales piedras preciosas han llegado a estas gotas; pero y aunque así fuera… ¿Que propiedades? ¿El brillo y la dureza? suena a sacacuartos como si lo mandaran directamente del mismísimo Raticulín.

Esto me ha recordado algo que nos pidieron en mostrador hace un par de semanas: Un Actimel. Sí, sí, tal cual. Venía directamen­te de la consulta del médico de Atención Primaria creyendo que le había recetado un antibiótico y convencida de que no le habían hecho receta porqué eso ya es «antiguo» y ya se hace todo por ordenador. – «atimel para la infección, por favor. Me lo ha metido el médico en la tarjeta»- mientras me extendía la tarjeta sanitaria. No se lo qué le dijeron y lo qué no, en cuanto le dije que no tenía nada recetado y me enteré que había ido al médico por una gastroenteritis, até cabos. Actimel, el yogur que cura gastroenteritis, catarros, hongos y si te descuidas te inmuniza contra el tétanos.

Y eso me recordó lo de aquella famosa «compresa de yogurth» que supuestamente estaba de moda recetar entre ginecólogos . Y digo supuestamente porque por mucho que me contaran que se lo aconsejaba directamente el ginecólogo para la candidiasis, nunca ví receta alguna. Una de dos; se lo ha dicho pero no ha tenido valor para ponerlo por escrito o volvemos a tirar de la «sabiduría/ignorancia» popular.

Puestos a recordar lo absurdo, el año pasado por estas fechas me pidieron un kilogramo de Óxido de Titanio para hacer crema solar casera, ya que no quería «químicos» y prefería algo más natural . Su argumento era que si se necesitaba crema solar para evitar un melanoma, no se podían utilizar químicos que precisamente provocaban eso mismo, cáncer. (Todavía me pregunto muchas veces el significado de «químico» y de «natural» según para quién).

¿Que hacemos mal para que se confíe más en cualquier encantador de serpientes antes que en nosotros?
Yo seguiré trabajando desde mi humilde «txoko» de salud hasta darle la vuelta a la tortilla; al menos en Bakio. Con eso me conformo… por ahora…

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