- Zorro congelado en el Danubio
No siempre es importante entender el porqué de las cosas. Hay por ejemplo, cosas que hemos aprendido a hacer de una manera y ni siquiera nos planteamos que se puedan hacer de otra. Aunque supongo que esto depende del carácter de cada uno de nosotros, en mi caso particular, me cuesta no preguntarme el funcionamiento de los aparatos, el origen de ciertas costumbres o la explicación de las mareas. Claro que hay cosas que se nos escapan, yo nunca fui capaz de entender cómo funcionaban las estadísticas; esa asignatura que llamaban «maría» y yo nunca entendí. Al no entenderla me costó horrores aprender los conceptos de memoria, lo justo para aprobar el examen. Pero nada más hacer el examen, lo olvidé. No soy capaz de memorizar y retener cosas que no entiendo.
¿Y a qué viene esto? Pues a que me sigo sorprendiendo cuando alguien me pregunta cuando aplicar calor y cuando frío; no me lo aprendí de memoria esguince-frío, tortícolis-calor… para mi es lógica. Como he visto, que esto no es así para todo el mundo y viendo que el frío es el único tema de conversación estos días, (pregunten al zorro que se ha congelado en Alemania), hablemos de Crioterapia y/o Termoterapia.
Primer inciso, como «sabemos» que Walt Disney fue crionizado, todos sabemos que Crio va con frio; Crioterapia: terapia con frio. En cambio, termo va con temperatura, no con «temperatura alta» o «calor». Así que diferenciar crioterapia y termoterapia me parece un soberana tontería, yo prefiero hablar de cuando aplicar frio y cuando calor.
CUANDO APLICAR FRÍO (y por qué)
Aplicaremos frío en patologías agudas, es decir, «yo estaba estupendamente, me caí y de repente se me puso el pie como una bota». Luego iremos a urgencias, al trauma, al fisio… y ya veremos qué lesión tenemos, y qué más debemos hacer, pero si hace un minuto el dolor no estaba y ahora sí, ese «algo» (la lesión) acaba de ocurrir y la consecuencia de la lesión se acaba de desencadenar, es decir, la inflamación.
En la inflamación, en primer lugar se produce una dilatación vascular que produce el eritema y el calor, o sea, primero se pone rojo y caliente. Después viene la extravasación de líquidos y proteínas plasmáticas, es decir, edema, hinchazón y moretón. Y por último los leucocitos migran y se acumulan en el lugar de la lesión. Al aplicar frío se da una vasoconstricción, los capilares se estrechan disminuyendo su diámetro y dificultando el mecanismo de la inflamación. Además, aumenta el umbral del dolor (efecto analgésico) y disminuye el metabolismo. Así que, utilizaremos frío en traumatismos o contusiones, esguinces, roturas musculares o casos de tendinitis (dentro de los primeros 3 días).
La crioterapia prolongada (más de 15 minutos) o de temperatura inferior a 10º provocará una vasodilatación refleja profunda aumentando el aporte sanguíneo como lo hace el calor. Podría utilizarse por tanto, en lesiones crónicas, pero esto debe ser bajo supervisión de un profesional.
Hasta ahora parece simple, ¿pero qué pasa con las lesiones musculares? «Me he levantado sin poder girar la cabeza y me han dicho que calor seco». Parece que el caso es el mismo al de la paciente con el pie como una bota; pero no. En el caso de las contracturas musculares, notamos un dolor de inicio inmediato, pero la lesión no ha sido «ahora mismo». El músculo se ha ido contrayendo por x razones y al forzarlo no ha responde y duele. Si nos quedamos con el cuello tieso no duele, pero te llaman, giras el cuello y AHHH! En ese caso apliquen calor.
Con el calor, se genera una vasodilatación; es decir, los capilares aumentan su diámetro, por lo que la circulación sanguínea se hace más efectiva. Al mejorar, mejora también el metabolismo, y eso hace que sea efectivo en patologías crónicas, donde existe un déficit vascular y un problema en el metabolismo. Por ejemplo, en un proceso de tendinitis crónica donde hay una calcificación o en patologías cronificadas del ligamento, podremos usar calor para favorecer la retirada de sustancias de desecho.
Como regla general, aplicamos calor en aquellas patologías que están “frías”, cuando la fase inflamatoria ya ha pasado como son problemas crónicos, lesiones musculares prolongadas en el tiempo, dolor muscular de aparición tardía (agujetas), dolores menstruales… Además, disminuye el tono muscular, provocando una relajación y el aumento de elasticidad de las zonas afectadas por una lesión crónica, tiene acción terapéutica descontracturante.
Y a grandes rasgos no es nada más que eso, claro que hay excepciones y casos que no se identifican tan fácilmente, pero les daré dos pistas para no fallar nunca:
1.-En el momento de la lesión, empieza el proceso de infalamación. Cuando menos progrese la infalamación, menos dolerá, así que aplicamos FRIO. Cuando la inflamación ya está ahí (artritis, contracciones, dolores menstruales..)queremos que la circulación aumente para que esa inflamación y sus efectos, desaparezcan, necesitamos aumentar el flujo sanguíneo, aplicaremos CALOR.
2.-Puede que no te quite el dolor completamente, pero desde luego alivia inmediatamente. Si no lo notas o peor aún, duele más que antes, es que te has equivocado.
Y POR ÚLTIMO Tiene que aliviar, no doler más. Si al principio alivia, pero luego no puedes soportarlo, seguramente te estás pasando y te estás congelando y/o quemando!!!